Una niña jugando a escribir,
conjugando y escribiendo en prosa
de verbos que no conoce,
evitando ser súbdita de ocasos desesperados,
de sí misma, de su otro yo...

Y ahora que se encontraba ante lo mismo,
quería creerlo distinto,
y aunque su esperanza se extingue,
rescata las ruinas del naufragio en su orilla
en vez de considerarlo todo perdido.

Ella sigue viviendo, aprendiendo significados,
cambiando sus precogniciones,
y aunque necesarios, no quiere más errores,
sabiendo que ya no son sólo reglas en juego.

Ya su vida no es una carrera plana
es vértigo en declive,
los laberintos no son callejones sin salida,
son su escondite, su guarida